Connie Willis - Remake

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CONNIE WILLIS
Remake
Título original:
Remake
Uncharted Territory
Traducción:
Rafael Marín Trechera
1.ª edición: marzo 1997
De Remake © 1995 by Connie Willis
De Uncharted Territory © 1994 by Connie Willis
© Ediciones B, S.A., 1997
Bailen 84 - 08009 Barcelona (España)
Printed ín Spain ISBN: 84-406-6713-2
Depósito legal: B. 3.118-1997
Impreso por PURESA, S.A.
Girona, 139 - 08203 Sabadell
PRESENTACIÓN
Alégrense conmigo. Estamos de rebajas y ofrecemos dos por el precio de una... Pese a
vivir tiempos atribulados y de dificultades económicas, en este volumen encontrarán no una,
sino dos novelas de Connie Willis, la más galardonada autora de la moderna ciencia ficción,
la inteligente novelista que nos deleitó hace poco con esa maravillosa obra maestra que es
EL LIBRO DEL DÍA DEL JUICIO FINAL (1992, NOVA ciencia ficción, número 68).
La verdad es que Connie Willis ha publicado en estos últimos años un trío de novelas
francamente breves. Obras excepcionales que condensan casi en menos de dos centenares de
páginas todo el brillante dominio del arte narrativo del que esta autora es capaz. Las dos
primeras, TERRITORIO INEXPLORADO (1994) y REMAKE (1995) se encuentran en este
volumen; mientras que la tercera, de una extensión algo mayor, BELLWETHER (1996),
aparecerá en NOVA ciencia ficción en su número 101.
Las tres obras pueden agruparse dada su corta extensión (en comparación, por
ejemplo, con EL LIBRO DEL DÍA DEL JUICIO FINAL) y, sobre todo, por un enfoque
irónico e incluso humorístico. Según un artículo de Faren Miller publicado en LOCUS
acerca de BELLWETHER, aunque extensible a las tres obras: «ofrecen pruebas adicionales
de que la ficción de Connie Willis es una de las más inteligentes delicias de nuestro género».
Debo reconocer que mi primera lectura de estas «novelitas» se hizo con una cierta
condescendencia. A primera vista parecían una obra menor, un paréntesis obligado a la
espera de que Willis continuara por la senda y el universo narrativo que ella misma abriera
con el relato «Servicio de vigilancia», y colmara con esa maravillosa novela que es EL
LIBRO DEL DÍA DEL JUICIO FINAL, una de las apenas diez novelas que, en toda la
historia de la ciencia ficción, han acaparado los mayores galardones del género: el Nebula,
el Hugo y el Locus.
Y me equivocaba. TERRITORIO INEXPLORADO, REMAKE y BELLWETHER no
son obras menores. Ni mucho menos.
Cada una de esas tres novelas cortas (o al menos más cortas de lo habitual en el caso
de Connie Willis) es una obra compleja y completa en sí misma, uno de esos raros ejemplos
que hacen cierto el conocido dicho de que «lo bueno, si breve, dos veces bueno».
Por ello esta presentación es, también, dos presentaciones a un tiempo. Hemos dado al
volumen el título de la novela que más éxito parece haber obtenido en Estados Unidos:
REMAKE, finalista del premio Hugo de 1996. Pero sería erróneo pensar que la creo
superior a TERRITORIO INEXPLORADO. Son, simplemente, distintas y, tal vez,
complementarias. Había que elegir un título para la portada de este «volumen doble» y debo
reconocer que la referencia a Hollywood hace mucho más atractiva a REMAKE, al menos
desde el punto de vista comercial. Pero las dos interesan. Y mucho. Vayamos por partes.
TERRITORIO INEXPLORADO
TERRITORIO INEXPLORADO es una novela que, al menos para mí, resiste varias
lecturas y sorprende. En una primera aproximación es la clásica historia de una pareja de
exploradores en un planeta extraño y ajeno. Pero si uno reflexiona sobre eso que llaman el
«lenguaje políticamente correcto», la curiosa prevención de los imperialistas aparecería, y
otras ideas que vienen a la mente leyendo las sorprendentes aventuras de esos esforzados
exploradores, uno se da cuenta de que hay gato encerrado y de que no se trata sólo de una
novela de exploradores, sino de algo con mucho más contenido.
Findriddy y Carson son dos exploradores enviados a Boohte para explorar las resecas
cordilleras y las montañas del planeta. En la Tierra sus aventuras son seguidas por
incontables y ansiosos admiradores, pero la realidad es mucho menos romántica de lo que
parece. Los exploradores se enfrentan al polvo, a leyes locales estrictas y a alienígenas poco
cooperativos. En compañía de un joven ayudante cuya especialidad son las costumbres de
apareamiento, y de un guía nativo de sexo indeterminado, el grupo parte hacia un sector
todavía inexplorado del planeta.
Junto a ese eje central (y al tratamiento humorístico y tal vez irónico ya apuntado),
TERRITORIO INEXPLORADO muestra una cierta relación con el mundo del cine (por si
hiciera falta alguna justificación para mi idea de publicarla en el mismo volumen que
REMAKE...). Tanto Faren Miller como Gary K. Wolfe en LOCUS lo decían explícitamente.
En palabras de Wolfe, por ejemplo: «Con sólo cinco personajes y una puesta en escena
minimalista, TERRITORIO INEXPLORADO recuerda los viejos westerns.» O también, en
una nueva referencia cinematográfica: «Willis maneja todo esto con el optimismo y la alegre
insensibilidad de un Howard Hawks.»
Evelyn Parker, un «socioexozoólogo» se une a Findriddy y Carson en ese viaje y la
ambigüedad de su primer nombre permite a Willis hacer algunos chistes obvios y abrir así el
tema de la identidad sexual, introducido casi como por juego, que se convierte en algo
central en la historia.
Una nota final: a lo largo del proceso editorial algunos creyeron conveniente que se
recordara que «f-f» puede servir como abreviatura de "fauna y flora". Hecho.
REMAKE
REMAKE, la novela que da título al volumen, es algo más extensa, pero sigue
manteniéndose en los límites de lo que nosotros llamaríamos una novela corta, aun cuando
supera las 17.500 palabras. Este hecho (y los votos de los aficionados, todo hay que decirlo)
hizo que REMAKE lograra ser finalista en el apartado de novela en la elección del Premio
Hugo 1996. Un premio que al final obtuvo Neal Stephenson con THE DIAMOND AGE que,
por cierto, NOVA publicará en breve.
La historia de REMAKE es incluso más cinematográfica si cabe. En el Hollywood del
futuro, con el cine computerizado, las películas de acción real son cosa del pasado. Los
actores han sido substituidos por simulacros generados por ordenador. La manipulación
informática permite, por ejemplo, que Humphrey Bogart y Marilyn Monroe protagonicen
juntos el enésimo remake de HA NACIDO UNA ESTRELLA. Pero, gracias a las
aportaciones de la nueva tecnología, el espectador puede alterar el final de la película, si no
le gusta, con sólo pulsar una tecla.
Un Hollywood parecido en su esencia al actual, pero que ha añadido el sim-sex a las
nuevas drogas y los ya inevitables efectos especiales. Un mundo donde todo es posible. Todo,
excepto lo que Alis más desea: bailar realmente en las películas. Un sueño imposible aun
cuando cuenta con la ayuda de Tom, un cínico experto de ese nuevo Hollywood del futuro,
quien aprenderá que incluso en un mundo de milagros tecnológicos siguen existiendo algunas
cosas que no pueden ser falsificadas. ¿O sí...?
También hay un sinfín de neologismos y abreviaturas en REMAKE y, de nuevo, las
personas que intervienen en el proceso productivo en la editorial me sugieren recordar que,
RV se refiere a realidad virtual (VR, virtual reality en inglés), GO a gráficos por ordenador
(CG, computer graphics), SA a sustancias adictivas (AS, addictive substances,) y un largo
etcétera. Obviamente los «opdisc» son los discos ópticos, «b-y-n» las películas en blanco-y-
negro y hay otros ejemplos que el propio lector irá descifrando.
En cualquier caso, REMAKE es una de esas raras obras que deja clara constancia en
el recuerdo del lector. Entrañable y sorprendente, es un buen ejemplo de lo que una buena
narración corta puede lograr cuando está escrita por alguien tan hábil e inteligente como
Willis.
Nada más por ahora, les dejo con estas dos novelas cortas de Connie Willis. Y con la
promesa de que próximamente, antes de finalizar el año, volveremos a encontrar a esta
autora en BELLWETHER, obra que trata sobre la investigación científica, la teoría del caos
y el cuidado de las ovejas... Ahí es nada.
Pero también me enorgullece anunciar ya que Connie Willis estará en Barcelona el
miércoles 10 de diciembre de 1997, pues ha aceptado ser la conferenciante invitada en la
entrega del Premio UPC de Ciencia Ficción 1997 que organiza el Consejo Social de la
Universidad Politécnica de Catalunya (teléfono 93-401.6343). Gracias a la traducción
simultánea, todos los asistentes tendrán ocasión de comprobar la indiscutida calidad y
amenidad de Willis como conferenciante y presentadora. Su inteligencia y sentido del humor
es algo ya proverbial en el mundillo de la ciencia ficción. Quienes tuvimos la suerte de asistir
a su performance en la entrega de los premios Hugo de 1995 en la Worldcon de Glasgow,
somos testigos de eso. Y deseamos oírla de nuevo.
Y también leerla.
MlQUEL BARCELÓ
TERRITORIO INEXPLORADO
EXPEDICIÓN 183: DÍA 19
Todavía estábamos a tres kloms de la Cruz del Rey cuando Carson escrutó el polvo.
—¿Qué demonios es eso? —preguntó. Se inclinó sobre el pomohueso de su poni para
señalar algo, aunque yo no veía de qué se trataba.
—¿Dónde? —dije.
—Allí. Todo ese polvo.
Yo seguía sin ver nada, excepto la cordillera rosácea que ocultaba la Cruz del Rey y un
par de equipajes pastando en los matojos, y así se lo hice saber.
—Mierda, Fin, no vayas a decirme que no puedes... —dijo, disgustado—. Pásame los
binos.
—Los tienes tú. Te los di ayer. ¡Eh, Bult! —llamé a nuestro guía.
Él estaba encogido sobre su cuaderno en el sillahueso de su poni, tecleando números.
—¡Bult! —grité—. ¿Ves polvo ahí delante?
Él siguió sin levantar la cabeza, cosa que no me sorprendió. Estaba haciendo lo que más
le gustaba: sumar multas.
—Te devolví los binos —dijo Carson—. Esta mañana, cuando empaquetábamos.
—¿Esta mañana? Tenías tanta prisa por regresar a la Cruz del Rey y conocer a la nueva
prestamista que probablemente los dejaste tirados en el campamento. ¿Cómo se llama?
¿Evangeline?
—Evelyn Parker. Y yo no tenía ninguna prisa.
—¿Cómo es que sumaste doscientos cincuenta en multas al deshacer el campamento,
entonces?
—Porque Bult se ha entregado a una bacanal de multas desde hace unos días —
replicó—. Y la única prisa que tengo es terminar esta expedición antes de que las multas se
lleven hasta el último centavo de nuestros sueldos, lo que parece que es ya una causa perdida
ahora que has extraviado los binos.
—No tenías prisa ayer —repliqué—. Ayer estabas dispuesto a recorrer cincuenta kloms
al norte por si nos encontrábamos por casualidad con Wulfmeier, cuando llamó C.J. y te dijo
que la nueva prestamista había llegado y que se llama Eleanor, y de repente pierdes el culo
por volver a casa.
—Evelyn —precisó Carson, ruborizado—, y sigo diciendo que Wulfmeir está
explorando ese sector. Lo que pasa es que no te gustan los prestamistas.
—En eso tienes toda la razón. Causan más problemas de lo que valen. Nunca he
conocido a un prestamista con el que merezca la pena hablar, y las mujeres son las peores.
Sólo existe un tipo: lloricas. Se pasan toda la expedición quejándose: por los servicios al
aire libre, por Bult, por tener que montar en ponis y por cualquier cosa que se les ocurra. La
última se pasó toda la expedición gimoteando no sé qué sobre los «terrocéntricos imperialistas
esclavizadores», es decir, Carson y yo, y acerca de cómo habíamos corrompido a los
«sencillos y nobles seres indígenas», es decir Bult, lo que ya nos mosqueó bastante. Pero es
que encima se plantó ante Bult y le soltó que nuestra presencia «destrozaba la misma
atmósfera del planeta» y Bult empezó a intentar multarnos hasta por respirar.
—Dejé los binos justo al lado de tu petate, Fin —dijo Carson, rebuscando en su alforja.
—Bueno, pues no los he visto.
—Eso es porque estás a un paso de la ceguera —insistió él—. Ni siquiera puedes ver
una nube de polvo cuando viene hacia ti.
Bueno, la verdad es que llevábamos tanto tiempo discutiendo que ahora podía ver una
polvareda rosa cerca del risco.
—¿Qué crees que es? ¿Un berrinche de polvo? —le sugerí, aunque un berrinche habría
estado dando vueltas sobre el sitio, no avanzando en línea recta.
—No lo sé —me respondió mi compañero, cubriéndose los ojos con una mano—. Una
estampida, tal vez.
La única fauna de la zona eran los equipajes, y no salían de estampida en un tiempo
seco como éste, y de todas formas la nube no era lo bastante ancha para ser una estampida.
Parecía el polvo que levantaba un rover, o la abertura de una puerta.
Conecté mi terminal con el pie y solicité el paradero de los rompepuertas. Había
mostrado a Wulfmeier en Dazil el día anterior cuando Carson estaba tan decidido a
perseguirlo, y ahora el paradero lo mostraba en la Puerta de Salida, lo que significaba que
probablemente tampoco estaba allí. Bueno, tenía que estar loco para abrir una puerta tan cerca
de la Cruz del Rey, aunque hubiera algo allí debajo (que no lo había, yo ya había explorado
terrenos y subsuperficies), sobre todo sabiendo que íbamos camino de casa.
Escruté el polvo, preguntándome si debería pedir una verificación. Ahora podía ver que
se movía con rapidez, lo que significaba que no era una puerta, o un poni, y el polvo era
demasiado bajo para ser un heli.
—Parece el rover —dije—. Tal vez la nueva prestamista (¿cómo se llamaba?
¿Ernestine?) está tan loca por ti como tú lo estás por ella, y ha venido a conocerte. Será mejor
que te arregles el bigote.
Él no me prestaba atención. Todavía andaba revolviendo en su alforja, buscando los
binos.
—Los puse junto a tu petate cuando estabas cargando los ponis.
—Bueno, pues no los vi —suspiré, contemplando el polvo. Menos mal que no era una
estampida, o nos habría arrasado mientras estábamos todavía discutiendo por el asunto de los
binos—. Tal vez los cogió Bult.
—¿Para qué demonios iba a cogerlos Bult? —exclamó Carson—. Él ya tiene unos cien
veces mejores que los nuestros.
Sí que lo eran, con sensores selectivos y polarizadores programados, y Bult se los había
colgado alrededor de la segunda articulación del cuello y escrutaba el polvo a través de ellos.
Me acerqué a él.
—¿Puedes ver lo que levanta el polvo? —pregunté.
Él no apartó los binos de sus ojos.
—Perturbación de la superficie terrestre —respondió severamente—. Multa de cien.
Tendría que haberlo sabido. A Bult le importaba un rábano lo que estuviera levantando
el polvo mientras pudiera sacar una multa de ello.
—No puedes multarnos por el polvo a menos que nosotros lo levantemos —objeté—.
Dame los binos.
Inclinó su cuello doble, se quitó los binos y me los tendió; luego volvió a inclinarse
sobre su ordenador.
—Confiscación forzada de propiedad —le dijo al archivo—. Veinticinco.
—¡Confiscación! —protesté—. No vas a multarme por confiscar nada. Te pregunté si
podías prestármelos.
—Tono y modo de hablar inadecuados hacia una persona indígena —le dijo al
ordenador—. Cincuenta.
Lo dejé correr y miré a través de los binos. La nube de polvo parecía levantarse ante mis
narices, pero seguía sin ver nada. Aumenté la resolución y eché otro vistazo.
—Es el rover —le grité a Carson, que se había bajado de su poni y estaba vaciando la
alforja.
—¿Quién conduce? ¿C J.?
Conecté los polarizadores para anular el polvo y eché otro vistazo.
—¿Cómo dijiste que se llamaba la prestamista, Carson?
—Evelyn. ¿La trae C.J. consigo?
—C.J. no conduce.
—Bueno, ¿quién demonios es? No me digas que uno de los indígitos volvió a robar el
rover.
—Acusación injusta de persona indígena —sentenció Bult—. Setenta y cinco.
—¿Sabes que siempre te enfadas porque los indígitos le dan a las cosas nombres
equivocados? —dije.
—¿Qué tiene eso que ver con quién demonios conduce el rover? —preguntó Carson.
—Por lo visto los indígitos no son los únicos que lo hacen. Parece que el Gran Hermano
también.
—Dame esos binos —dijo él e intentó arrebatármelos.
—Confiscación forzada de propiedad —objeté, apartándolos de su alcance—. Tendrías
que haberte tomado tu tiempo esta mañana y no haber partido con tanta prisa dejando
olvidados los nuestros.
Le tendí los binos a Bult, y sólo por llevar la contraria él se los pasó a Carson, pero el
rover estaba ya tan cerca que no los necesitábamos.
Rugió en medio de una nube de polvo y se detuvo en lo alto de un matacamino. El
conductor saltó y se acercó a nosotros sin esperar siquiera a que el polvo se posara.
—Carson y Findriddy, supongo —dijo, sonriente.
Normalmente, cuando conocemos a un prestamista, no tienen ojos más que para Bult (o
para C.J., si está presente y el prestamista es varón), sobre todo si Bult se estaba despegando
del poni como lo hacía ahora, extendiendo sus articulaciones traseras una tras otra hasta que
parece un gran juego Erector rosa.
Entonces, mientras los prestamistas están recogiendo todavía la mandíbula del polvo,
uno de los ponis se desploma o bien hace una cagada del tamaño del rover. Es difícil competir
con eso. Así que somos los últimos en quienes reparan o tenemos que decir algo como «Bult
sólo es peligroso cuando siente vuestro miedo» para llamar la atención.
Pero este prestamista ni siquiera se fijó en Bult. Vino directamente hacia mí y me
estrechó la mano.
—¿Cómo está usted? —dijo ansiosamente, exprimiéndome la mano—. Soy el doctor
Parker, el nuevo miembro de su equipo de exploración.
—Yo soy Fin... —empecé a decir.
—¡Oh, sé quién es usted, y no se imagina el honor que es conocerles!
Me soltó la mano y empezó a sacudir la de Carson.
—Cuando C.J. me dijo que no habían vuelto todavía, no pude esperar a que regresaran
para conocerles —dijo, agitando la mano de Carson arriba y abajo—. ¡Findriddy y Carson!
¡Los famosos exploradores planetarios! ¡No puedo creer que le esté estrechando la mano,
doctor Carson!
—Bueno, para mí también es difícil de creer —carraspeó Carson.
—¿Cómo dijo que se llamaba? —pregunté.
—Doctor Parker —respondió, y me agarró la mano para volver a estrecharla—.
Findriddy, he leído todos sus...
—Fin —le interrumpí—, y éste es Carson. Sólo somos cuatro en el planeta, contándole
a usted, así que no tiene mucho sentido que nos andemos con tanta ceremonia. ¿Cómo quiere
que le llamemos?
Pero él ya había dejado de apretujarme la mano y miraba más allá de Carson.
—¿Eso es la Muralla? —dijo, señalando una joroba en el horizonte.
—No. Es la Meseta de las Tres Lunas. La Muralla queda a veinte kloms, al otro lado de
摘要:

CONNIEWILLISRemakeTítulooriginal:RemakeUnchartedTerritoryTraducción:RafaelMarínTrechera1.ªedición:marzo1997DeRemake©1995byConnieWillisDeUnchartedTerritory©1994byConnieWillis©EdicionesB,S.A.,1997Bailen84-08009Barcelona(España)PrintedínSpainISBN:84-406-6713-2Depósitolegal:B.3.118-1997ImpresoporPURESA,...

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